Cuando los pueblos han probado el sabor de la justicia, no hay manera de derrotarlos, no hay vuelta atrás. El peronismo es nuestra propia revolución nacional: significó la incorporación democrática de los trabajadores a la política, la incorporación del mundo del trabajo a la toma de decisiones democráticas, y eso fue, pese a los bombardeos, los muertos y los desaparecidos del terror, una conquista del pueblo que no nos pudieron arrancar más.
Cuando los pueblos han probado el sabor de la justicia, no hay manera de derrotarlos, no hay vuelta atrás. El peronismo es nuestra propia revolución nacional: significó la incorporación democrática de los trabajadores a la política, la incorporación del mundo del trabajo a la toma de decisiones democráticas, y eso fue, pese a los bombardeos, los muertos y los desaparecidos del terror, una conquista del pueblo que no nos pudieron arrancar más.